Me aprendí, feliz año a mí.

¡Se acabó! El año que tenía para tanto pasó, cómo pasa la brisa en una mañana fría, se disfrutó, hubo vida, risa. Lloré, uff, cuánto lloré. Aprendí, solté, abracé, estuve sola y con cientos más, me rompí, enloquecí, grité, me desarme y luego me uní, me cayó el 20 de Madrazo y dolió pero me hizo volver a sentir; mientras tomaba aquella copa de vino, no pude evitar preguntarme ¿Por qué?, sabía la respuesta, pero ¿Es Justo aventarse del avión sin paracaídas?, escribí, pasará, me repetí. Y así pasó la vida, los días, ahora estoy en un nuevo capítulo y parece que después de tanto, al menos ya lo entendí: nada está en mis manos. Y después de tanto drama, cambios de casa, sueños, subidas, bajadas y uno que otro día con dolor de espalda. ¡Agradezco! Vaya que estoy agradecida, por los que ya no están porqué cumplieron su propósito, me enseñaron algo y era el momento de que llegaran a estacionarse en el hogar de alguien más, por los nuevos, mi estacionamiento es estrecho ¡Pero cabemos! , por los de siempre, por ustedes creo en la vida después de la muerte, ustedes son mi siempre, sabrán bien quienes son, familia. Agradecida de ser mamá, amiga, compañera y brazos, aunque a veces también quiebre. Feliz Año Nuevo a mí, a los nuevos planes que seguro me enseñarán que las cosas son cómo deben ser y no cómo quiero que sean, feliz de recibir, pero también dar, sobre todo a mí, la prioridad que merezco, el amor a mi cuerpo por las mañanas cuándo me preparo el café, la oportunidad de crecer en otros lados, ser. Y jamás dejar de aprender.

Y lo único que le pido a este año, es.. equilibro, porqué a veces hay que soltar para poder saltar, a aquella que fui y a quien soy ahora, feliz cumpleaños.