Los hoyuelos que ya no beso.
- issa fernanda toledo pineda
- 27 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Hoy voy a escribir con sabor al último café que disfrutamos juntos. A todo lo que no vivimos por no arriesgar la zona, esa zona. No quería parar de sentir esa emoción, ese nerviosismo, esas cosquillas que sentía cuando te volvía a ver después de una semana larga, como de cuando nos estábamos conociendo, y caminábamos por ese parque en fin de semana.
Hay historias en la vida que hablan de los grandes amores, algunos piensan que son como estrellas fugaces que pasan por nuestra vida y a las que rara vez notamos hasta que han terminado de cursar nuestro cielo, mientras que hay quienes dicen que el amor de tu vida es algo que se representa en muchas y diferentes formas, pero si hay algo que yo sé es que lo nuestro tiene nombre y forma. Yo le puse, el mar en el que decidí nadar. Con el paso del tiempo he llegado a apreciar los pequeños matices que relucían cuando estábamos juntos, ya que nunca conocí una historia que fuera tan linda y tan triste al mismo tiempo, pero al final de cuentas eso es lo que hace real a una historia, no son las alegrías sino la complementación de estas junto a la triste realidad lo que genera la crudeza del amor.
Y por eso es que quiero darte las gracias, gracias por todos esos momentos en los que llenaste mis días de alegrías y risas, de momentos cada vez más memorables que los anteriores, gracias por ser mi todo y mi nada, mi mejor amigo, confidente y consejero, mi hombro para llorar y mi mano derecha así como mi principal apoyo y mi fuente de fortaleza. No todas las historias funcionan como en la literatura, la nuestra fue tan real que tuvo que terminar porque no podían existir tantas sensaciones juntas. Tanto fue el amor que no alcanzó para más, no te culpo, era algo que tenía que pasar. No sé si fuiste el amor de mi vida, tal vez fuiste uno de esos amores fugaces que pasan dibujando estelas en el mar, o probablemente hayas sido lo más real que he tenido en mi vida entera.
Hoy decido dejarte en libertad y espero que ni mis demonios ni los tuyos sean capaces de impedir tu felicidad plena y constante. Tu estadía en mi vida fue corta, y de lo único que me arrepiento es el no haberte comido a besos los hoyuelos, las veces que quisiera. Porqué Sí no son tus hoyuelos, es tu sonrisa, los ojos. Siempre había algo en ti, que quería llenar de besos. Y al mismo tiempo algo que me decía guarda el límite. La espera terminó. Excelente vida.

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